Raimundo Ortega: “Se me ocurre que también en política debería defenderse, más que en ninguna otra profesión, la libertad de despido; acaso de esa forma los políticos prestarían más atención a lo que hacen, o deben hacer, sabiendo que los errores se pagan con la salida de la empresa y sin indemnización, en lugar de una suave amonestación o, en el peor de los casos, un traslado a otro departamento. ¡Y no se diga que las elecciones cumplen ese papel porque una vez celebradas los políticos se consideran exentos de cualquier obligación, y si no recuérdese el pertinaz absentismo parlamentario de un ex presidente del Gobierno!”
A los políticos no les gusta madrugar.