El latín desaparece también de sus últimos reductos: la nomenclatura científica. Pepe Cervera lo analiza desde la lógica de la eliminación de trabas para la transmisión de conocimientos: Sic transit gloria mundi.
«A nadie se le hubiese ocurrido escribir sobre materias de importancia en otro idioma. Lo cual tenía sus utilidades, y subraya una característica vital del empeño científico: conocer el universo necesita del intercambio internacional de conocimiento. La ciencia es, por definición, saber abierto. El latín, como idioma único de la clase cultivada, servía a ese carácter abierto. Pero las potencias emergentes siempre han acabado imponiendo su propia lengua en el ámbito internacional. Y el primer idioma que desplazó al latín del ámbito del conocimiento fue… el castellano.»