Poco a poco la aristocracia (bien que nobleza baja en este caso) va entendiendo la nueva situación de la industria cultural, o tomando decidida postura ante ella. Es lo que hace Jose Ángel Mañas en ¿El fin de la dictadura del ‘culturetado’?.
«La situación evolucionó al mismo tiempo que la realidad social europea y así, en la segunda mitad del XX (una circunstancia que dura hasta la fecha), la intelectualidad occidental entró en las instituciones y pasó a ocupar puestos de una novedosa responsabilidad política. Personalidades como Malraux y Semprún se convierten en ministros de sus respectivos países y la cultura pasa a ser uno de esos dispendios lujosos de un Estado de bienestar que asume, entre sus tareas, la de subvencionar a sus creadores y poner el arte al alcance de todos.»