El pasado día 17 Muhammad Ali celebró su 70º cumpleaños, en medio de homenajes varios en su tierra natal. Ezequiel Fernández Moores repasa la trayectoria del boxeador estadounidense, poniendo el acento en su vertiente política y la forma en que ha sido reescrita su historia. El más grande
«Cassius Clay —le grita mirándolo fijo el teniente Steven Dunkley—. ¡Ejército de tierra!” Muhammad Alí no se mueve. El campeón mundial de los pesos pesados sabe que podrá ser despojado de su corona. Y que, como le advierte el teniente, su negativa para alistarse en el ejército de Estados Unidos también puede llevarlo a la cárcel. “No iré a tirar bombas en Vietnam mientras a los «negros» de mi tierra los tratan como a perros. El verdadero enemigo de mi gente —dijo unos días más tarde— está aquí. No traicionaré a mi religión, a mi gente ni a mí mismo convirtiéndome en un juguete para esclavizar a quienes luchan por justicia, libertad e igualdad. ¿Y si voy preso qué? Ya estamos presos desde hace 400 años.” El gesto, que inspiró dignidad a millones, es recordado como el más rebelde en la historia del deporte mundial. Sucedió el 28 de abril de 1967 en Houston. Su autor recibirá a partir del domingo una serie de homenajes en Louisville, su tierra natal, porque el 17 de este mes cumplirá 70 años. Estados Unidos hoy lo bendice. Pero, se lamentan varios, lo hace después de haber reescrito la historia.»