Marcos Ordóñez estrena blog en El País invocando el espíritu de Aaron Sorkin y reivindicando una de sus series, la no demasiado conocida y prematuramente cancelada Studio 60. Necesitamos a Aaron Sorkin (más que nunca): una declaración de principios
«Para mí, volver a ver Studio 60 (al fin editada en versión original) ha sido una inmensa alegría, una inyección de felicidad. Y de rabia creciente, porque las razones de su clausura me siguen pareciendo una considerable injusticia: el nivel general de la escritura era extraordinario, el reparto era sensacional, te partías el pecho de risa y te emocionabas, y contaba con tres o cuatro episodios – curiosamente dobles: The Nevada Day, con una intervención suprema de John Goodman, y The Harriet Party, a mayor gloria de la enorme Sarah Paulson, una actriz a venerar – que eran verdaderas obras maestras. Pero había más, mucho más: fundamentalmente, lo que en la época de los cine-clubs se llamaba “el mensaje”. Ese mensaje comenzó (al menos para mí) en Sports Night.»