Inmersos en la tercera y definitiva ronda de la elecciones en Egipto, Íñigo Sáenz de Ugarte analiza el previsible panorama que quedará en el país, un año después de su revolución. Elecciones egipcias: islamistas, militares y bikinis.
«Los salafistas (ultraconservadores) han dado una sorpresa porque no se creía posible que una formación que sólo en los últimos meses ha salido de la clandestinidad pudiera superar el 20% de los votos. Aquí hay muchos datos que se nos escapan desde fuera de Egipto. De hecho, algunos de los grupos de jóvenes que protagonizaron la rebelión contra Mubarak tampoco se explican cómo este sector tan reaccionario ha tenido tanto éxito. Quizá en las zonas rurales, donde la revuelta no tuvo tanta fuerza como en los núcleos urbanos, el prestigio personal de los candidatos haya sido más relevante que los programas políticos. En cualquier caso, el que millones de votos hayan caído en el saco de un partido que no descarta el modelo saudí condiciona por completo el proceso que seguirá a las elecciones. Si los salafistas son la mayor oposición a un Gobierno islamista, eso aumenta el riesgo de que los Hermanos Musulmanes decidan que no pueden descuidar su flanco derecho y se olviden de la moderación en el mensaje de la que han hecho gala muchos de sus candidatos.»