Ramón Lobo también sueña con que le toca la lotería, y cuenta adónde le llevarían esos millones de sus sueños, que son sueños de tantos. Décimos que sueñan.
«Madrid está estos días regado de cuentas de la lechera: locales iluminados en los que por 20 euros se puede comprar un piso sin pasar por el banco, viajar más allá del Caribe, a tierras ignotas que nunca salen en los paquetes al por mayor de las agencias de viajes sin viaje. Viajar no es filmar, fotografiar ametrallando objetivos, correr detrás de un guía con cartel: “Soy Hamelin”. Viajar es perderse, olvidarse, desnudarse. El viaje es pausa, sorpresa, respirar.
Si me tocara el gordo, perdón por la redundancia, viajaría un año entero cargado de lápices y cuadernos para aspirar cada metro del camino de Cavafis, mi favorito. Me gustaría recorrer América, desde la Patagonia de Bruce Chatwin hasta la Alaska de Jack London; un viaje henrystanleyniano: largo, bien largo.»