Rafael Argullol cree desvelar en la conversación callejera de tres jóvenes ejecutivos ingleses el sentido de la actual coyuntura económica: El molesto factor humano.
«En sentido contrario, según creí comprender, el verdadero emprendedor de nuestros días es aquel que concibe su negocio sin el lastre de tener una empresa y, ya no digamos, unos trabajadores que quieran contratos y derecho de huelga, y a los que se debe echar entre desagradables malos modos. El emprendedor actual es un ser etéreo y casi invisible que anhela la pureza absoluta del beneficio sin ataduras de ningún tipo: sin una empresa repleta de inútiles trabajadores, sin patria que reclame bondades nacionales, sin religión que apele a inservibles comuniones, sin moral que proclame trasnochados imperativos. A ese negociante que pasea sus ávidos ojos por el planeta le basta con manejar a su antojo el sismógrafo de los beneficios y de las pérdidas. Ni siquiera debe pecar porque no debe darse por enterado de las consecuencias de sus acciones, sean estas el cierre de no sé cuántas fábricas o el desencadenamiento de no sé cuántas guerras.»