Nada más humillante para la condición de hombre que ver salir a alguien de un urinario con una mancha de humedad en la zona de la bragueta del pantalón. Son una metáfora perfecta de cómo somos. Los zapatos salpicados pasan más desapercibidos, pero tampoco le dejan a uno muy bien parado. El estado en que quedó el váter, como si un tifón se hubiese desatado en su aguas jurisdiccionales, es otra vara de medir la condición masculina.
Marcos Winocur parece decidido a dar un poco de dignidad al acto mingitorio masculino:
Del buen mear (I).