Pablo Herreros es el periodista que inició la campaña que acabó con la retirada de muchos anunciantes del programa La Noria, de telecinco. Su amigo Gonzalo Martín intenta analizar todo lo ocurrido con un poco de sensación confusamente agridulce. Una mirada rara a la causa de Pablo Herreros.
«Estar preocupado porque se ven determinadas cosas en la televisión y alarmarse por si los niños, pobres niños, pueden verlo y correr el riesgo de que el resto de sus vidas quede atormentada y violentada por una imagen o escuchar un taco, es la misma argumentación de quienes quieren romper la neutralidad de la red en nombre del control de la pornografía infantil o el terrorismo. Es una excusa de control de las comunicaciones. Es como cuando señoras y señores bienpensantes se indignaban en la tele del posfranquismo por tetas, culos y palabrotas y el mundo avanzado de la época, ansioso de libertad, les decía ¡no lo vean señoras y señores!. O cuando filas de creyentes católicos, incluso confesando que no la habían visto, se apostaban a las puertes del cine Alphaville de Madrid para protestar porque se exhibiera Yo Te Saludo María y atentara a sus convicciones cuando ni siquiera se veía libremente y había que pagar la entrada.»