Carlos Gil Zamora reflexiona con quizás demasiada amargura sobre la progresiva desaparición de un público teatral con interés por un teatro poco convencional y algo más difícil. Un brindis. Vía Máquina de ánimos
«Por lo tanto debemos seguir haciendo brindis al sol, apelar a los públicos de la solanera porque creemos que son los que nos van a responder sin exigencias de ningún tipo siempre que el producto que se les ofrezca tenga los ingredientes adecuados, en forma de obra divertida, con la palabra sexo en el título y un reparto corto, pero lo más televisivo posible. Este es el mercado, y si nos atenemos a los acontecimientos sucedidos en la última época, esa parece la pauta en la que se mantendrá parte de la programación, porque, entre otras cosas, es con este tipo de producto con el que se puede mantener una relación porcentual, es decir cubrir costes con los ingresos por taquilla.»