El conocimiento provoca dolor, la ignorancia da la felicidad. Más o menos sobre eso reflexiona Miguel Santa Olalla Tovar, que es profesor de filosofía y algo de esto ya sabe. Filosofía y felicidad.
«De vez en cuando, sale el tema de la filosofía y la educación entre personas que no han tenido ninguna formación académica en materia de filosofía. Son licenciados en especialidades ajenas a la filosofía o graduados en formación profesional. Con ciertas dosis de ironía, les pregunto con cara de asombro: “¿Cómo has podido vivir hasta ahora sin haber estudiado nada de filosofía?” La respuesta es fácil de imaginar: “Feliz, totalmente feliz”. Vamos, que no echan de menos, ni mucho menos, la formación filosófica, ni consideran que sea imprescindible para alcazar la felicidad. Y esto por no preguntar a quienes han abandonado sus estudios antes de terminar la secundaria: a buen seguro no crean que la filosofía tiene mucho que aportar a sus vidas. No faltarán quienes piensen: incluso aquellos que no han estudiado filosofía, tienen una filosofía. Totalmente de acuerdo, pero parece que lo que las anécdotas referidas ponen en cuestión es precisamente la pertinencia o no de estudiar filosofía.»