Adela Cortina escribe sobre la ética de los negocios (que en realidad es un discurso sobre libertad empresarial).
Francisco Capella está enojado. Al parecer piensa que en el consumo no hay coacción; no debe tener hijos adolescentes. Yo, por ejemplo, soy un consumidor bastante libre (consumo poco, en realidad), pero creo que se debe a que hace años que me he desvinculado de cualquier grupo o clase social. (En Pérez Galdós hay grandes ejemplos de cómo funciona la coacción en el consumo.) El consumo no sólo ofrece señas de identidad (el tipo de chandal que llevas, en ciertos barrios) sino que también reconforta en lo privado (el menú de navidad). La libertad, en este contexto, viene de la desvinculación, la atomización, el anonimato (lo que a muchos disgusta de la gran ciudad). Y de todas maneras, para ir a ciertas reuniones de negocios hace falta un traje decente (eso no es consumo coaccionado, claro, simplemente es admitir una cosa para conseguir otra).
Consumo y libertad.