Karelia Vázquez escribe un artículo bastante certero y divertido sobre lo agotador que puede ser llevar adecuadamente una identidad en las redes sociales, sobre todo si esa identidad representa a una empresa. Condenados a gustar (en Facebook), condenados a seguir (en Twitter). Vía José Ángel Barrueco
«Algunos post dedicados a la cortesía digital son muy honestos, siguen recomendando agradecer a diestra y siniestra a los seguidores, pero al menos explican claramente por qué. Por ejemplo, Cómo conseguir más retweets en Twitter, un propósito que, en mi humilde opinión, se esconde detrás de tanto derroche de agradecimientos, y no tanto la buena educación o el conocido refrán de “Es de bien nacido ser agradecido”. En este post se explica que la ley de la reciprocidad funciona en Twitter como en la vida misma: dar para recibir. Si te siguen, sigue; si te retuitean haz lo propio; si te mencionan, agradece y menciona; si te hacen un #FF deshazte en elogios y apúntate lo que tendrás que hacer el próximo viernes. Y, encima, hazlo con gracia para que tu timeline no se convierta en un encadenamiento aburrido de gratitudes que no aportan valor ni interesan a nadie, y solo sirven para crear más ruido en el sistema. Pienso en la decepción de los expertos de Big Data cuando desentrañen la maraña de nuestro tráfico digital y vean que buena parte de la conversación consiste en dar y devolver las gracias.»