El otro día escribió Joselu el Diario íntimo de un abertzale, en donde se ponía en la piel de un etarra ante el fin de la violencia. Todo lo que no sea blanco o negro no es muy bien recibido, así que ahora tuvo que publicar unas Acotaciones a Diario íntimo de un abertzale, ambos de muy necesaria lectura para comprender.
«Pienso en un escritor al que admiré mucho y que asumió esta idea de lucha de liberación nacional. No es vasco, es madrileño y de familia acomodada. Me refiero al dramaturgo Alfonso Sastre que desde la década de los setenta, tras pasar ocho meses en prisión y de que su esposa Genoveva Forest estuviera tres años en la cárcel acusada de terrorismo en una causa que se sobreseyó por la ley de Amnistía de 1977, se alineó definitivamente con las tesis del Movimiento de Liberación Nacional Vasco y se trasladó definitivamente a vivir a Fuenterrabía. Si tenemos en cuenta que en 1980 hubo casi cien muertos por causa de ETA, la convicción política y moral del escritor debía resistir cualquier debate ético. Nunca se distanció de la violencia de ETA, que asumió como lógica e inevitable, ante la opresión del pueblo vasco. Ello implicaba también que Euskadi fuera un campo de batalla en cada pueblo, en cada calle, y que las gentes se acostumbraran a vivir con el terror y la mirada baja.»