Vía Mimalapalabra llegamos a este artículo de Eduardo Lago en el que habla del empeño que tienen tanto narradores como crítica estadounidense por escribir lo que ellos llaman “La gran novela americana”. La obsesión de los narradores por contarse a sí mismos.
«John William DeForest fue un escritor realista, autor de numerosos artículos, medio centenar de relatos y una novela sobre la guerra civil estadounidense. Hoy nadie recuerda su nombre ni sus escritos, ni siquiera que fue él el autor de un ensayo publicado en 1898 cuyo título (La gran novela americana) y la tesis en él defendida (que la obligación de todo novelista nacido en su país es dar cuenta de la realidad social estadounidense en toda su complejidad) estaban destinados a convertirse en una maldición de la que ningún compañero de oficio nacido después ha podido librarse. Hay dos grandes novelas anteriores a la formulación de DeForest: La letra escarlata (1850), de Nathaniel Hawthorne, y Moby-Dick (1851), de Herman Melville. Estas dos obras junto con Las aventuras de Huckleberry Finn (1884) son las grandes novelas americanas del siglo XIX.»