Al defenderse de una acusación de plagio Klaus Ziegler reflexiona sobre la originalidad de las ideas y la multitud de las fuentes de las que uno bebe: Plagio y propiedad intelectual.
«Y cuando hablo en esa misma columna de la evolución del ojo, ¿por qué no cito la fuente? Simplemente porque no existe “una fuente”, sino miles de artículos impresos, de los cuales he leído decenas, y más de siete millones de entradas en Internet solo sobre este tema. No son autoría de Dawkins, ni las objeciones a la imposibilidad de la evolución gradual del ojo, ni las muchas impugnaciones que se han escrito como respuesta. Tampoco es suyo el argumento de la complejidad irreducible, cuyo principal proponente ha sido del bioquímico creacionista Michael Behe, quien a su vez le atribuye la idea al filósofo William Paley, a quien se debe el viejo “argumento teleológico del relojero” –¿ciego?—, y que en esencia es el mismo asunto discutido extensamente por Darwin.»