Entrevista a Arturo Ripstein, cineasta mexicano con una obra irregular pero interesantísima, y que acaba de presentar su última película en San Sebastián.
«-¿Por qué opta por filmar en blanco y negro, como ya hizo en La perdición de los hombres?
-Es una fotografía veraz, porque la vida es para mí en blanco y negro. Yo hubiera hecho todas las películas así, con esa iluminación tan contrastada, pero por razones comerciales no he podido. Para mí la ausencia del color siempre ha sido fundamental para la comprensión de las cosas.
Una cámara con alas
-No es la primera vez que rueda con vídeo digital. ¿Qué le ha aportado?
-Una serie de cosas. En primer lugar, ha marcado la diferencia entre hacer películas y no hacerlas, debido al bajo coste. Con el digital siempre he tenido la impresión de que no estaba haciendo mi última película. Estás ahí, con una cámara pequeña, rodando con cierta facilidad y un equipo reducido, y piensas que tendrás la posibilidad de engañarlos otra vez y poder hacer otra. Entonces ya sabes que no es tu testamento y que no tienes que meter ahí todo lo que está en tus ojos, en tus tripas, en tu corazón… Es otra película más. Y eso es una liberación. Además, es muy útil para rodar los largos planos-secuencia que me gustan. La mayor parte de mi carrera he filmado con cámaras para las que necesitaba la ayuda de cuatro personas. El digital me permite tener una cámara con alas.»