Marta González Villarejo escribe sobre ese acercamiento tan personal que tienen los estudiantes de arquitectura a las casas de los demás, sobre todo si son obra de algún arquitecto importante. Estudiantes de arquitectura: esa otra forma de mirar.
«Como todo lo que hemos aprendido en la carrera, no lo útil, sino lo que nos vuelve maniáticos, exigentes, minimalistas, bichos raros, en una palabra, especiales, todo queda hasta los taitantos. Y así me vi la semana pasada, paseando por la colonia Weissenhof, en Stuttgart, fotografiando con la boca abierta (y mira que ha pasado el tiempo) los edificios de colegas como Le Corbusier o Mies van der Rohe. Esta colonia se construyó en 1927 de manera experimental y se invitó a los grandes arquitectos del momento a participar con sus nuevos conceptos de viviendas. No quiero aburrir, la cuestión es que hoy en día, sólo es visitable una de las 33 viviendas que se hicieron, convertida en museo, afortunadamente de Le Corbusier. Si bien, el resto, sólo pueden ser vistas por fuera, pues están habitadas por gente. Lógico. Era la idea.»