Reflexiones de Adrián Hiebra sobre la actual supeditación de todo a su capacidad de generar beneficios. Una gran parte de la actividad científica, y no digamos de la artística, nunca generará benaficio económico o lo hará a muy largo plazo. ¿Quién iba a decirle a Newton o a Leibniz que el cálculo diferencial sería siglos después la base de la tecnología? Ciencia, cultura y mercado.
«Una cosa está clara: promover la ciencia y la cultura –como frase hecha e independientemente de lo que pueda significar– es la máxima expresión de lo políticamente correcto. De ahí que en nombre de ambas –que no en su beneficio– se cometan disparates antológicos con absoluta impunidad; de ahí que se acabe confundiendo aquello que favorece el desarrollo de la investigación científica o cultural con aquello que es beneficioso para las estructuras políticas o económicas que monopolizan tales términos»