Un poco de desmitificación: Daniel Bellón nos cuenta sus motivos, poco poéticos, para que se le erice el cabello cuando le mientan a Gabriel Celaya: Celaya y yo.
«Decía que aquel libro, a mis 14 años, fue mi primer encuentro con el racismo. Porque sus poemas eran un canto a lo vasco, y a la raza vasca, a sus valores y virtudes, canto en el que, ya de paso, se menospreciaba a castellanos y andaluces, tan extáticos y secos unos, tan dados a la fiesta los otros, ya se sabe… Bueno,en lo del canto a la etnia, no es mi rama por así decirlo, pero que cada cual cante aquello que le entusiasme; en aquel momento, la verdad, yo no tenía ninguna construcción muy cerrada sobre el “problema vasco”, demonios, esto era 1977 y yo un pibe con cuatro pelusas en el bigote… así que la exaltación patriótica me llamó la atención, pero nada más… el problema es que Celaya, como decía, no se limitaba a cantar las glorias euskaras; no podía hacerlo, como es natural en todo nacionalismo, sin buscarse un contrario, sin la construcción de un oponente.»