Hace un par de semanas, la escritora Verónica Sukaczer había publicado en su blog una serie de 10 clases prácticas sobre cómo escribir para chicos . Vaya a saber por qué, unos días después se sintió culpable por su contundente crítica y entonces intentó reparar el asunto con 10 lecciones prácticas que solucionarían los errores remarcados en la nota anterior. Ambos artículos son aconsejables para quienes pretendan dedicarse al género.
«3. EL LECTOR. Sí, el lector está ahí. Por lo menos debería. Va a leer la historia que usted ha escrito si le interesa, le gusta, lo atrapa, lo atrae. No hace falta que usted lo llame, porque entonces lo hace sentir un idiota. Volvamos al ejemplo de arriba. Ningún libro para adultos comienza de esta manera: “Hola, les voy a contar la historia de un psicópata asesino serial que, antes de asesinar a sus víctimas, las violaba repetidamente. Espero que a ti nunca te haya pasado algo así, porque los psicópatas asesinos seriales no son buena gente”. No. (Aunque no voy a negar que ese principio a mí me enganchó. Podría seguir por ahí… ) Por lo tanto, no es necesario que le hable al supuesto niño lector. Nada de: “Hola, seguro que estás ahí leyendo. Bueno, te voy a contar los cuentos que me contaba mi abuelo cuando todavía no lo habían cremado. Seguro que tu abuelo también te cuenta cuentos, ¿no? ¡Cómo me gustaría que me los contaras! Pero como en verdad solo quiero contarte mis cuentos y no que tú me cuentes los tuyos, por favor cállate, deja esas papas fritas que engrasarán estas hojas, y lee lo que sigue. ¡Seguro te vas a divertir!”.
Y otra vez, en caso de que no le quede más opción que hablarle al lector (usted es libre de hacer lo que quiera), le regalo este ejemplo ma-ra-vi-llo-so: “No existe razón humana que os obligue a leer una palabra más sobre las desgracias, traiciones y penalidades que aguardan a los tres pequeños Baudelaire, al igual que no existe razón humana que os obligue a salir a la calle y arrojaros a las ruedas de un autobús”. (Lemony Snicket, El hospital hostil).»