Lejos de la aparente y paulatina liberalización del régimen chino, todo parece indicar que se está fraguando un retroceso, una vuelta a doctrinas del pasado; al menos es lo que sostiene Xulio Ríos en El neomaoísmo chino.
«El PCCh intenta con ello conjurar la inestabilidad y el desasosiego reinante, producto del creciente abismo que separa a la China de los ricos y la China de los pobres, y recuerda a todos su determinante papel en la consecución del milagro económico que ha sorprendido al mundo. Esta invocación al realismo, que tiene por primer objetivo facilitar una perspectiva más comprensible y aceptable del delicado momento actual, está dando alas, sin embargo, a un retorno nostálgico de las tradiciones formalmente socialistas, críticas con el rumbo de la política iniciada en 1978 por Deng Xiaoping, de la que reniegan por su obsesión con un crecimiento que ha devenido profundamente injusto. El retorno a posiciones conservadoras, de signo igualmente nacionalista y antiliberal, se asocia con el reclamo de un tratamiento equilibrado de crecimiento, justicia social y posición internacional.»