Vivimos en Una función vieja. Lo dice Jesús Gómez, quién aparece mucho por aquí porque está muy atento a la crisis de los indignados, ahora en Inglaterra.
«A estas alturas, no nos debería sorprender que grandes segmentos de una sociedad avanzada se dejen convencer de que el problema de esa sociedad son los niños. Con un delirio no mucho mayor, un tipo bajito y de bigote cuadrado arrasó Europa. Eran otros tiempos, ciertamente. Aún se podía utilizar la nación y la guerra como solución a una crisis. Hoy se arregla con payasos satisfechos, que dejan menos cadáveres. Se coge una estupidez, se lleva a los medios de comunicación y se distribuye; ya no se recuerda que una anécdota en plural sigue siendo una anécdota, no información. Y funciona. O por lo menos, funcionó con la primera revolución neoliberal, la iniciada por Thatcher, y con la segunda revolución neoliberal, la del crédito llevado a su expresión más absurda.»