Sí, avergüenza que pasen estas cosas en tu país, y que lo haga un gobierno que se describe de izquierdas. Lo que ha pasado esta semana en Madrid con la policía y los Indignados es antidemocrático y roza Los límites del bochorno. Escribe Javier Cuchí.
«No me extraña que en este país sólo haya una revista de humor (y con una tirada en declive): todo el ámbito político constituye una humorada de sal gorda sobre la que difícilmente puede articularse cachondeo, porque ya es un cachondeo en sí misma. No hay humorista que pueda superar un discurso de Zapatero o de Rajoy; y, bueno, de Pepiño… ¿para qué vamos a decir nada de Pepiño? Resisten toda caricatura, toda parodia, porque ellos y sus compinches son en sí mismos caricatura y parodia. La única razón por la que no estamos materialmente muertos de risa es porque este circo deleznable nos está llevando a la ruina material, en tanto que individuos y familias, y a la ruina moral, en tanto que sociedad y ciudadanos, y eso hace muy poca gracia cuando en vez de estar en las gradas se está en la pista.
Cuando veo a esos polis con su actitud agresiva brazos cruzados, piernas abiertas, acorazados por todas partes, esas miradas de odio detrás de un cobarde pasamontañas, conformando esa amenaza a civiles pacíficos, me pregunto si son dignos de aquellos que cayeron defendiéndonos a los ciudadanos, aquellos por los que los ciudadanos salíamos a la calle por miles en protesta por su vil asesinato. ¿Meditan sobre esto»