No dejemos que las acusaciones (miserables) de buenismo y de perroflautismo nos haga quitar la vista despreocupadamente de la hambruna en Somalia, del hambre en África. Ahí están posts como este de Ramón Lobo para gritarlo cuanto haga falta. Creo que nunca he comido carne.
«En el Tercer Mundo no hay despertadores; es al alba, cuando surgen las primeras luces, la que marca la hora del comienzo de una lucha: sobrevivir. No existen camas ni colchones, solo unas esterillas viejas colocadas sobre una tierra dura y roja. Como los habitantes de la mayoría de las aldeas africanas no saben qué es la electricidad no han tenido que preocuparse por el consumo, comprar aparatos: televisión, lavadoras, friegaplatos.
Los que tienen suerte en el Tercer Mundo comen dos veces, a mediodía y al atardecer. Depende de los lugares, pero el arroz, el maíz y el trigo suelen ser la base alimentaria. En los días buenos se añade alguna verdura o carne de pollo, casi siempre escuálido.»