Maravilloso texto de Roland Barthes escrito a propósito del Tour de Francia de 1955, pero perfectamente válido hoy. La vuelta de Francia como epopeya.
«La Vuelta de Francia conoce a fondo la gloria de una falsa vida privada, donde la afrenta y el abrazo son las formas ampliadas de la relación humana: en el curso de una partida de caza en Bretaña, Bobet, generoso, tendió públicamente la mano a Lauredi, quien la rechazó no menos públicamente. Estos enredos homéricos tienen por contrapartida los elogios que los grandes se dirigen mutuamente por encima de la multitud. Bobet dice a Koblet: “te extraño” y estas palabras trazan por sí solas el universo épico, donde el enemigo aparece constituido en proporción a la estima que se le tiene. Ocurre que en la Vuelta existen numerosos vestigios de enfeudación, esa instancia que ligaba, por así decir, carnalmente al hombre con el hombre. En la Vuelta abundan los besos. Marcel Bidot, el diector técnico del equipo de Francia, besa a Gem después de una victoria y Antonin Rollan estampa un beso ferviente en la menjilla hundida del mismo Geminiani. El abrazo es la expresión de una euforia magnífica que se siente ante lo cerrado y perfecto del mundo heroico. Por el contrario, es imprescindible evitar que a esta felicidad fraternal se unan los sentimientos gregarios que se agitan entre los miembros de un mismo equipo; esos sentimientos son mucho más turbios. La perfección de las relaciones públicas sólo es posible entre los grandes: ni bien los “domésticos” entran en escena, la epopeya se degrada a novela.»