Parece ser que si uno es de izquierda, tiene prohibido disfrutar de la Navidad. Resulta muy cristiano por parte de la izquierda decir que la Navidad es consumista. Pero la cuestión religiosa me trae sin cuidado. Me gustan los escaparates iluminados, el frío, las calles abarrotadas; y me gusta comer bien. Todas esas comidas especiales, los vinos, la conversación. ¿Tengo o no tengo el deber de alguna felicidad momentánea?
Ángeles González Gamio escribe sobre esas felicidades, sobre pequeños lujos y alegrías en
Suculencia navideña.