Abel Posse viaja a los tiempos en que Roberto Arlt y Conrado Nalé Roxlo recorrían las calles de Buenos Aires, y a través de su amistad perfila sus obras: Un caballero de otros tiempos.
«Arlt y Nalé eran como Narciso y Goldmundo: irreconciliables, pero inseparables. El poeta le llevaba dos años al novelista y tenía cierta seguridad mundana y una elegancia natural que fascinaban a Arlt, que acumulaba todas las desdichas de la adolescencia pobre y una infancia triste. En alguna de sus discusiones a tranvía vacío, al 5600 o al 7200 de la infinita Rivadavia, en la madrugada ya herida de claridad, Arlt le espetaba a Nalé: “¡¿Quién cree, Nalé, que va a salvar el mundo sino esa hez de rameras y de rufianes expulsados de la casa de Dios?!”. Según contaba Nalé al recordarlo, el vozarrón de Arlt, con reminiscencias germánicas, superaba el batifondo de ferretería ambulante del tranvía lanzado a su máxima de nueve puntos.»