Dice Gonzalo Hidalgo Bayal que el héroe clásico ha desaparecido, que ha renunciado a la inmortalidad (que sólo llega con la muerte) y se limita a saborear el triunfo efímero. Adiós al héroe.
«De los modos adolescentes de invadir la literatura me queda un título de novela norteamericana, ‘Los héroes están muertos’, que, en una clásica reducción del heroísmo a acción militar audaz, mostraba la imposibilidad de que el héroe superara con vida su propio gesto heroico, como si, convenida cierta igualdad general básica, bastara un solo gesto, en trance temerario, para ascender en bronce al pedestal, como si la verdadera sustancia del héroe brotara de las circunstancias de la muerte. No hace tanto tiempo que el hombre colocó el heroísmo a su alcance mortal, ejercicio de vanidad que no sólo cambió la cualidad sustancial del héroe, despojándolo, en principio, de los atributos de la mitología, sino que la acomodó a las caprichosas exigencias de una modernidad sucesiva y asumió la propia muerte como tributo jurídico.»