Sembrando el mal es el título de la reseña de una edición de los cuentos completos de Edgar Allan Poe que escribe Mercedes Estramil para un número especial del suplemento Cultural del diario El País (de Uruguay). Una nueva oportunidad para considerar la vigencia de este clásico del cuento y de la literatura.
«Habría que preguntarse qué provocan estos relatos hoy. Difícilmente la respuesta sea miedo, pánico, repulsión, inquietud o estremecimiento siquiera. O sí. No es más impresionante un relato donde la gente muere de modo horrible por contestar una llamada telefónica, que otro donde un cataléptico es o cree ser enterrado vivo. Han cambiado las tecnologías del terror pero no su modo operacional. Poe aún camina en un borde donde el léxico, la trama y los personajes se acompasan a un ritmo que engulle al lector más experimentado con eso que a falta de otro nombre llamamos Mal, algo que pertenece a un fondo común de humanidad que no depende de las leyes del progreso, la moral o la justicia, sino de niveles más atávicos. Que Poe buscaba y jugaba con el dramatismo, el efectismo y la truculencia no cabe duda. Pero con los mismos elementos con los que creaba sus climas siniestros era capaz de hacer comedia y reírse del mundo y de sí mismo.»