Sergio Ramírez visita la casa vacía del poeta mexicano, fallecido el pasado año, Ali Chumacero, y describe sus sensaciones ante una casa que parece acumular casi obsesivamente libros y más libros: La biblioteca infinita.
«Libros coleccionados a lo largo de toda una larga vida, desde los primeros que Alí tuvo en su adolescencia de Acaponeta, su pueblo natal del estado de Nayarit, y los que fue adquiriendo en su temporada de estudiante en Guadalajara. Guillermo recuerda que decía que llegó a tener tantos libros porque era pobre, y los había ido comprando uno a uno, con cada centavo disponible. Una hermosa paradoja, ser pobre para poder ser rico en libros. No es la inmensa biblioteca de un potentado que los compra por metros, y que no leerá nunca, sino libros que tienen cada uno un sentido, escogidos cada uno por una razón diferente, colocados en su lugar con mano amorosa. La revista Forbes debería hacer listas de esta clase de millonarios, los millonarios en libros.»
2011-06-24 06:34
Me parecieron muy atinados los dos primeros comentarios: el libro como fetiche; la biblioteca como fetiche de fetiches. Nadie lee 40000 libros en vida. No da el tiempo. Entiendo que uno pueda conservar algunos libros significativos y que los quiera a mano como consulta, o como un lugar al cual volver para una re-lectura, pero hay escalas, hay modos. En fin, hay libros que yo prefiero obsequiarlos, hacerlos circular, y que sean leídos. Eso es darle vida y no ponerlos en un cementerio lustroso.