Joana Bonet parte del escándalo sexual que ha terminado con la dimisión del congresista norteamericano Weiner para preguntarse por la falta de cautela de los cargos públicos en estos temas. Por qué no las pillan.
Si bien la exhibición de Weiner no pasa de la categoría de bobada —y no debería molestar más que a su mujer—, su partido y el propio Obama le han aconsejado que dimita. Se trata de un nuevo revuelo en la cadena de escándalos sexuales que sacuden la política de norte a sur (curiosamente, en España se mantiene la omertà, y no porque sus protagonistas sean más mojigatos o prudentes, sino porque, como ocurre en Francia, se respeta y sobrevalora la privacidad, e incluso algunos individuos condenados por acoso, como el ex alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez —caso Nevenka—, siguen allí cuando el dinosaurio despertó). En la cultura del poder perviven tics invariables desde Nerón. La manera de pisar o de mirar.