Se queja Paul Krugman de la pasividad y conformismo de los organismos que pueden luchar contra el desempleo y no lo hacen asumiendo la imposibilidad de solucionarlo a corto plazo, y pone ejemplos de qué se podría hacer. Contra la impotencia aprendida.
«Por ejemplo, se podrían tener programas de gestión de obras (del tipo WPA) para poner a trabajar a los desempleados haciendo cosas útiles, como reparar carreteras —que, también, al incrementar los ingresos, facilitarían que los hogares liquidaran su deuda—. Podríamos tener un programa serio de reestructuración hipotecaria para reducir las deudas de los propietarios en problemas. Podríamos tratar de bajar la inflación de nuevo a una tasa de 4% que prevaleció durante el segundo mandato de Ronald Reagan, lo que ayudaría a reducir la carga real de la deuda.»