Sobre una biografía de Luis Cernuda que se centra en sus años de exilio, Álvaro Valverde, Cernuda en el exilio.
«Leer las páginas de esta biografía no sólo ha supuesto reencontrarse con esos poemas inolvidables (para algunos) de uno de los pilares más sólidos de la poesía española del XX, sino también darse de bruces con las peripecias de un ser homosexual, solitario y triste, tres aspectos esenciales de su personalidad; un hombre metódico, pulcro, atildado, antipático, preocupado en exceso por el dinero (no sabemos si hasta el punto de que la preocupación por la pérdida de sus ahorros desencadenara, al menos en parte, el infarto que le llevó a la tumba, como llega a sugerir con cierta sorna Taravillo), un culo de mal asiento (con perdón) que pasó a lo largo de su largo exilio por Francia, Inglaterra, Estados Unidos y México sin estar a gusto en ningún sitio, seguramente porque, como en el poema de su admirado Cavafis, el problema no era otro que él mismo, quien quizá más daño le hizo, a pesar de echar la culpa de su permanente desasosiego a unos y a otros, excelentes poetas, y puede que hasta personas, la mayoría.»