Christopher Hitchens no pudo asistir a su reunión anual del grupo de ateos por estar enfermo, así que les envió una carta en la que viene a exponer la importancia de la oposición atea a la dictadura religiosa: Carta a los ateos norteamericanos.
«Nuestra arma es la mente irónica contra la mente literal: la mente abierta para combatir a los crédulos; la valiente búsqueda de la verdad contra las fuerzas temerosas y abyectas que quisieran poner límites a la investigación (y estúpidamente afirman que ya tenemos toda la verdad que necesitamos). Quizá por encima de todo, afirmamos la vida sobre los cultos a la muerte y al sacrificio humano, y sentimos miedo, no de la muerte inevitable, sino de la vida restringida y distorsionada por la patética necesidad de adular sin pensar o por la funesta creencia en que las leyes de la naturaleza responden a llantos y conjuros.»