Qué interesante este texto de Manuel Gil sobre si podría suceder que, en vista de la enorme crisis del sector, los libreros de repente se negaran a comprar en firme a las editoriales. También más que interesantes los comentarios. Un posible escenario de impacto competitivo.
«¿Qué sucedería si las librerías, de la noche a la mañana, dejarán totalmente de comprar en firme? En América Latina los puntos de venta no compran en firme, compran en consignación, es decir, en depósito. De entrada el pánico se instalaría en las editoriales más potentes, el cierre del enorme activo circulante que autofinancia la avalancha de libros se vendría abajo, los planes editoriales deberían recortarse de manera drástica, las editoriales deberían empezar a pensar seriamente si todo cabe en los planes editoriales, recortarían seriamente el coste fijo de las estructuras y se pensarían muy mucho si merece la pena editar un libro con traducción del japonés (de coste elevado) y del que se esperan vender 400 ejemplares, la edición de tiro corto –impresión bajo demanda- se impondría abiertamente en el mercado, veríamos tiradas de 100 o 200 ejemplares a gogó y la distribución tendría que reconsiderar su situación y sus estrategias, de implantes masivos debería evolucionar hacia una distribución selectiva muy fina, con una remodelación absoluta de las fuerzas de ventas que volverían a desarrollar un trabajo muy semejante al que hacían en los años 70, trabajar sobre cientos de fondos en depósito en las librerías. En los años 70 y 80 la visita de un comercial a las librerías suponía un tiempo de estancia en el punto de venta podía llegar hasta las dos o tres horas, ya que tenía que comprobar (entonces no había ordenadores) la situación de cada uno de los depósitos. En este sentido el gremio de distribuidores está aplazando y ganando tiempo en una reconversión y concentración a todas luces inevitable.»