Impresiona lo que cuenta Mónica G. Prieto en “Que Alá no os perdone”, un reportaje sobre la tremenda represión que se vive en Bahréin, en donde la dictadura suní tortura y ejecuta a los opositores en total impunidad.
«No se trata de casos aislados, como la propia HRW lleva documentando muchos años. Bahréin se ha caracterizado por sus torturas pese a la imagen de estabilidad y de paraíso para el turismo y los negocios. Una imagen que el régimen no está dispuesto a que sea arruinada por inestabilidad que implican las manifestaciones pro reformas democráticas. De ahí que los detenidos, el liderazgo intelectual, humanitario, religioso y político de la oposición de Bahréin, estén siendo acusados de “tratar de derribar el régimen en colaboración con organizaciones terroristas que trabajan para un país extranjero”, en referencia a Irán. Porque tras la represión se esconde el miedo a que la mayoría chií, discriminada durante décadas, se haga con el poder del reino suní y se alíe con Teherán, archienemigo de los suníes del Golfo. De ahí también la intervención del Consejo de Cooperación del Golfo, que ha enviado tropas en una flagrante ocupación militar tolerada por los dirigentes para disuadir a los manifestantes de continuar con la insurrección.»