Sobre las peculiaridades, rarezas, sorpresas, canalladas o rarezas de los testamentos de varios autores a lo largo de la historia: Hágase mi voluntad, de Verónica Abdala.
«El dramaturgo británico George BernardShaw (1856-1950), por su parte, murió un 2 de noviembre de mitad de siglo, a causa de las heridas sufridas al caer de una escalera, en su casa de campo de Ayot Saint Lawrence. Dejó a sus descendientes 1.028.000 dólares y pidió que en sus funerales se evitara a cualquier costo la presencia de cruces “o cualquier otro instrumento de tortura o símbolo de sacrificio de sangre”. Además, el ganador del Premio Nobel de Literatura 1925, famoso en el mundo entero en el momento de su muerte, pidió también que sus cenizas fueran esparcidas en Ayot Saint Lawrence. “Personalmente, prefiero el jardín al claustro”, escribió.
Un dato por demás curioso es que, al margen de lo que legó a sus familiares, Shaw destinó parte de su fortuna a instituciones académicas, para el estudio y desarrollo de un nuevo alfabeto.»