Es cierto que si no eres (muy) aficionado a los videojuegos el artículo de Javi Sánchez resultará algo hermético, pero lo es más que es un ejemplo difícilmente igualable de crítica y de pasión por un juego: La odisea de Portal a Portal 2.
«Para entender la saga hay que entender a Valve, y para entender a Valve hay que hablar de ese kingpin enorme y medio ciego que es Gabe Newell. La industria del videojuego pasa, desde hace años, porque los estudios firmen acuerdos con editoras, que les dan una pasta determinada y/o un plazo y allá se las apañen. En el mejor de los casos, la editora te compra y tienes un paraguas, pero también significa que tienes que hacer un James Bond o un Need for Speed si a tus jefes les sale de los cojones, o dejar de existir y ver como todo tu catálogo se pierde, como le pasó a Bullfrog. La otra opción es pagarte el desarrollo de tus juegos, pero nadie en su sano juicio dejaría una exitosa carrera de trece años en Microsoft y se gastaría toda la pasta de sus stock options y las de su colega Mike Harrington en crear una compañía desde la nada y desarrollar un juego inspirado en la Odisea, protagonizado por un científico gafotas, sin ningún tipo de acuerdo previo, ¿no?»
2011-05-02 19:57
Es que la industria del videojuego ha dejado de ser el club de entusiastas que fue durante sus años jóvenes, para ser devorado por el espíritu capitalista y someterse a las mismas normas de funcionamiento que imperan en el mundo del cine y de la música, oséase, que originalidad = riesgo y eso no le gusta a los que ponen la pasta (cosa por otro lado comprensible). Así que las innovaciones acaban viniendo desde el ámbito indie, donde la mayoría se comen los mocos pero de vez en cuando alguien consigue (con sus propios medios, eso sí) dar la campanada e insuflar un poco de aire fresco y necesario en esta gran industria.