Carlos Sardiña Galache escribe sobre la convulsa sociedad tailandesa, agobiada por un gobierno represivo y que no respeta los derechos fundamentales de sus ciudadanos: El laberinto tailandés.
«En el borrascoso clima político y social tailandés, incluso una frívola, y en principio inocua, ceremonia de entrega de premios televisivos puede convertirse en un foco de tensiones. Si bien el público ovacionó el discurso de Pongpat, la gala supuso un serio revés para la carrera de la actriz y cantante Mint Mintita Wattnanakul, que perdió dos papeles por no cantar la canción compuesta por el rey, Kwam Fun Un Soong-Sud (El mayor sueño). Poco importa que Mint no fuera la única que no movió los labios cuando se unió a varias estrellas para cantar en el escenario. Los monárquicos arremetieron contra ella por su fama y la de su padre de apoyar a los camisas rojas. Mientras tanto, en el barrio comercial de la ciudad, el Ejército tomaba por asalto el campamento que ocupaban desde hacía semanas miles de camisas rojas para exigir la disolución del Parlamento. El 10 de abril el Ejército había intentado poner fin a las protestas junto al Monumento a la Democracia en un enfrentamiento que se saldó con veinte civiles y cinco soldados muertos, pero sólo consiguió que el Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura (UDD) trasladara el campamento.»