Marta Peirano traduce un texto de Jonathan Franzen, amigo de David Foster Wallace, y que escribe muy amargamente sobre su suicidio, en un tono duro y muy crítico para con él. El mejor amigo de David Foster Wallace.
«Estaba enfermo, desde luego y, de alguna manera, la historia de nuestra amistad es que yo queria a una persona mentalmente perturbada. Esa persona acabó suicidandose, de manera premeditada para inflingir el mayor dolor posible en aquellos a los que mas quería, dejando a los que más le queríamos furiosos y traicionados. Traicionados no sólo por la pérdida de una inversión emocional sino por la manera en que ese suicidio nos quitó a la persona amada para convertirla en leyenda. Gente que nunca leyó sus relatros, que jamás oyó hablar de él, había leído su discurso en Kenyon College y lamentó la pérdida de un alma grande y gentil. La oligarquía literaria que jamás seleccionó ninguno de sus libros para el premio nacional se unía para declararle tesoro nacional. Como escritor, sé que no le pertenece a sus lectores más de lo que me pertenece a mí. Pero cuando sabes que su carácter era mucho más complicado y equívoco de lo que la gente se cree, que era mucho más adorable divertido, payaso, necesitado, más decididamente en guerra con sus propios demonios, más perdido, más infantil en sus mentiras y contradicciones que ese beatífico y clarividente artista-santo que han hecho de él, es mucho más duro no sentirse traicionado por la parte de él que prefirió la adulación de extraños al amor de aquellos más cercanos a él. »