Agustín Ijlaba, cuando le duele, afina la pluma aún más: “Para todos aquellos banqueros y gobernantes que retroalimentáis vuestras neuronas con manchas de fuel oil, y tratáis luego de expelerlas en círculo con la fuerza de la insidia, valga un llamamiento impulsivo: desafiar a la naturaleza tiene un coste. No económico o de votos, o más allá de ellos: es desafiarse uno mismo como ser humano, doblemente. Pues a este paso, si perdéis la apuesta, os quedaréis sin consumidores y sin votantes, sin tierra donde explotar vuestra empresa.”
Discursos sobre el poder (II).