Más signos de los nuevos tiempos para el libro es lo que aporta Ignacio Echevarría en Libros para dónde, una reflexión sobre las posibilidades de que el libro impreso sobreviva como un fetiche y una marca de estatus de su poseedor.
«n la competencia entre el libro tradicional y el digital, un factor determinante de la fortuna que aún le quepa al primero reside en la capacidad que tenga de mantener su ventaja como marca inmediatamente reconocible de un determinado estatus cultural por parte de su propietario. Puede que eso cuente más, en definitiva, que las condiciones de lectura, sobre las que tanto se especula. Todos hemos tenido algún amigo cinéfilo del que, años atrás, envidiábamos su formidable videoteca, constituida por estantes repletos de cintas vídeos VHS convenientemente estuchadas y ordenadas. ¿Qué fue de todo eso? Les sucedieron nuevos estantes repletos ahora de deuvedés, mucho menos aparatosos pero igualmente acreditativos de la cinefilia de su dueño. ¿Pasará con ellos lo que ya está pasando con las colecciones de cedés, que van siendo desplazadas del lugar principal que antes ocupaban?»