El libro seguirá existiendo en cualquier forma posible, pero, ¿con qué llenar el soporte? Tendrá que ser, dice Fran Ontanaya, con una literatura que vaya Contra el estilo oficial, una contraliteratura que tiene sus primeras muestras en la red.
«La principal amenaza para la industria cultural en España no es, por eso, la transición digital o la piratería. El problema es que, entre unas cosas y otras, la sociedad se ha acordado de que ya no se fia del estilo oficial (no desde que las bibliotecas de barrio y la red están repletas de contraejemplos). Y aunque las editoriales y las librerías «piensan» que lo que están vendiendo todavía es posmoderno, pop y revolucionario (¡tiene la misma pinta!), el público se va dando cuenta de que esa proto-cultura ya fue picada, esterilizada con amoniaco y refrita en viejo aceite.»