Es el mundo al revés: una entidad como la Iglesia Católica que hace todo lo posible introducirse en las instituciones e influir en la política y asuntos de Estado mo soporta que nadie se meta con ella y arremete legalmente contra todo lo que le ofenda. Javier Armentia no se anda con medias tintas: Procesión Atea.
«Lo dicho: tenemos que aguantar que estos vecinos ruidosos se dediquen a procesionar escenas sadomasoquistas, a vestirse en plan fetiche, a inundar las calles, y a dar el coñazo durante estos días y lo hacemos porque somos así de democráticos, y entendemos que cada uno es muy libre de festejar las cosas que le apetecen. Nos jode, claro, que para eso les den dinero de todos, o prebendas que no se darían a otras manifestaciones culturales de otro tipo. Nos jodía más cuando además todo esto era obligatorio y bendecido por un estado asesino y dictatorial. Pero esperábamos que con el cambio las cosas hubieran sido, por lo menos, más moderadas.
Pero no. No contentos con eso, además quieren acabar con la disidencia.»