Carlos Chimal aporta varias razones, en forma de diario de su periplo por distintos eventos de la NASA, para poner al espacio como una de nuestras —de México y de todos— prioridades: Bitácora de un viaje a la NASA.
«Séptimo día, Centro Espacial Kennedy, Florida. Durante la visita tengo la sensación de que algo grande estamos dejando ir los mexicanos. Está a punto de terminar una era en el lanzamiento de naves espaciales y seguimos siendo espectadores y pasivos consumidores. ¿Pondremos oídos sordos a la cadena de sucesos y recursos humanos que florecen en la ardua empresa espacial? Con el paso del tiempo podría surgir un espectro de ofertas y demandas, que incluso permearían a la gente común y corriente, como es el caso de los conductores de los autobuses que trasladan a los visitantes a los diferentes puntos de interés turístico. Dado que los vehículos circulan a muy baja velocidad, los trayectos suelen tomar alrededor de 10 minutos. Si uno tiene suerte, escuchará una historia en boca de un hombre con voz rasposa y que ha visto volar cohetes por más de treinta años, una historia simple como la de los astronautas de las misiones Apolo, quienes veían luces aun con los ojos cerrados y no se explicaban el porqué, hasta que los físicos de partículas descubrieron a los culpables, una variedad de núcleos llenos de energía de fotones, rayos gamma y ondas de radio despojados de sus electrones, que les atravesaban los párpados dejándoles un destello en sus retinas durante su paso por nuestro sistema solar.»