Iván Vila entrevista a Cristina Fallarás, autora de novela negra y ganadora del premio “L’H Confidencial”. Responde cosas bastante interesantes. Cristina Fallarás: ‘Hemos recuperado miedos atroces, a ogros que devoran los muslitos de las niñas’. Vía @absence
Todos los personajes en algún momento hablan de manera torrencial, como una bala. Y con un lenguaje muy abrupto. Las palabras que escoge son muy duras, muy contundentes. Es una novela de carne y sangre.
Es un artefacto literariamente muy pensado. Cuando uno describe el dolor y la atrocidad, tiene que usar palabras certeras y que corten. Si el lobo está en el bosque, no puedes pararte a describir el abedul, lo que importa son las fauces del lobo. Y yo quería que la novela no fuera morosa. Por eso los sentimientos están relatados como acciones. Una sucesión de acciones donde quiero encontrar el filo que corte el sentimiento y lo convierta en sensación. Una sensación es filosa, y un sentimiento es moroso. No quiero sentimientos en esta narración, sino transmitir sensación pura. El corte de la navaja que te lleva, palabra por palabra, a sentir algo. Por eso hay algo torrencial, y de encadenamiento, tanto en los monólogos como en las conversaciones. Sólo me demoro con personajes que no quieren participar de la violencia, como con los padres de Adela, la mujer que ha perdido a sus hijos. O en las escenas del hospital donde ella se refugia, porque es un lugar donde retirarse de la vida, donde dejamos de vivir la realidad y podemos sentirnos nosotros mismos, como en una pausa, porque allí, en ese momento, somos enfermos.