Sólo sabemos que nos mienten. Y la mentira suelen cubrirse con inocentes o con culpables secundarios, como en esas películas de los años cuarenta en que actores de nominas de segunda sostenían las películas protagonizadas por intragables guaperas: “No sé si alguna comisión o alguien conseguirá abrir esa caja negra, quizá Pandora, y no sé si lo soportará la vida política y pública española. Quizá no soporte la verdad de los hechos. A poder ser todos preferimos pasar sin la verdad. Este hombre con aspecto de marino de cualquier parte, se confunde con sus compañeros de partida presos, asegura ser inocente. La federación de marinos mercantes internacional también lo asegura. Pero si no es él el culpable de este drama entonces es que el verdadero culpable está fuera.”
Sólo sabemos que nos mienten, sí, pero no es poco.
La isla negra, de
Suso de Toro.