La memoria es una de mis obsesiones, así que es comprensible que me guste el texto de Miguel Santa Olalla sobre su oculto trajinar en cosas que ni sospechamos que estamos utilizándola, y sobre su naturaleza en general. Maldita y santa memoria.
«El ocaso de la memoria en el mundo del aprendizaje choca frontalmente con otras valoraciones. Paradojas de la psicología: aquello que no nos sirve para aprender es lo que configura nuestra identidad. En cierta manera, la memoria nos devuelve el golpe: responde a nuestro desprecio mostrando su importancia. Cuando falla, dejamos de ser nosotros, como se comprueba de forma dolorosa en las enfermedades que provocan olvidos irreversibles. La venganza de la memoria nos obliga a tomar conciencia de que no hay aprendizaje sin memoria: incluso aquellos que aprenden sólo (si es que es posible emplear este “sólo”) procedimientos y estrategias necesitan de la memoria. Si esta falla, puede que lleguemos a no saber hacer absolutamente nada. Qué cosas tiene la vida: también aprenden “de memoria” los que se centran en las habilidades.»